
Empezamos aclarando que un barco científico es todo aquél en el que se hace ciencia. Dicho esto, el barco que usaremos en nuestro curso de mamíferos marinos, llevará a bordo todo lo necesario para hacer ciencia con cetáceos, además de uno de los mayores expertos en estos animales del mundo, el profesor Jorge Urbán.
Estamos hablando de vivir a bordo de un barco relativamente pequeño, con capacidad para unas 20 personas y con una eslora de unos 60 pies (18 metros) y una autonomía de 2500 millas náuticas (más de 4500 kilómetros), así que es un barco pequeño, cómodo, manejable y que reacciona muy bien en un mar como el Mar de Cortés, pero donde la vida a bordo tiene sus interesantes particularidades.
Durante mi experiencia trabajando con la gente de PRIMMA/Universidad de Baja California Sur y Ecology Project International, estuve embarcado un total de 20 días en tres viajes con tres diferentes grupos de estudiantes y la verdad es que lo recuerdo como algunos de los momentos más gratificantes de mi trabajo de campo. Pero es cierto que la vida a bordo puede no ser lo que uno se espera.
Es cierto que mucha gente se marea pero, en mi experiencia trabajando con estos tres grupos, los que se marean son los menos. Además, hay pequeños trucos que ayudan mucho, especialmente al principio, cuando la sensación puede ser más nueva e intensa. También es cierto, como dicen los auténticos lobos de mar, que todo el mundo se marea llegadas las condiciones de mar adecuadas.
Afortunadamente, el mar de Cortés es un mar muy cerrado, estrecho y largo donde las condiciones de navegación suelen ser muy agradables y donde siempre se ve costa, que hace más llevadera la navegación, que además, es una costa espectacular.
Comer en un barco pequeño de estas características, puede ser un desafío, pero la excelente cocina mexicana lo convierte en un desafío muy disfrutable.
Dormir me resultó mucho más agradable de lo esperado, el suave vaivén que mecía el barco cada noche resulta como si te estuvieran acunando, lo que a mí personalmente me ayudaba mucho a conciliar el sueño. Las pocas noches que fueron un poco más movidas se pasan bien también, aunque quizá te tengas que sujetar un poco más de lo normal. Y para las noches más complicadas (solo recuerdo una) siempre existe la opción de bajar a tierra.
El baño y aseo no es, desde luego, lo más destacable, son pequeños habitáculos de los que quieres salir cuanto antes. Afortunadamente, el clima es tan favorable que te puedes pegar todos los baños en el mar que quieras.
Pero desde luego la vida a bordo se hace sumamente interesante por la cantidad de vida que se ve alrededor, desde infinidad de aves marinas haciendo picados inverosímiles, peces voladores capaces de saltar el barco, mantas Mobula con sus espectaculares saltos coordinados, juguetones delfines nadando frente a la proa del barco hasta, por supuesto, los resoplidos de las grandes ballenas como la ballena azul, el mamífero más grande del mundo, el rorcual común, con su peculiar y asimétrica coloración, la ballena jorobada o yubarta, con sus espectaculares saltos, aleteos y demás exhibiciones, el cachalote, la ballena gris, la ballena de minke, la ballena tropical, las orcas, las numerosas especies de delfines y los casi invisibles zifios.
Oteando desde lo más alto del puente del barco, el horizonte marino es infinito, solo interrumpido por el espectacular paisaje desértico que abraza al mar de Cortés, que cuenta también con numerosas islas deshabitadas, cuna de incontables endemismos herpetológicos.
El avistamiento de un resoplido de una ballena me lleva a recordar al Capitán Ahab comandando su barco, el Pequod, y su obsesión con Moby Dick, mientras en mi cabeza grito aquello de “por allí resopla” (there she blows en el original).
Y es entonces donde empieza lo mejor, a lo que, en realidad, hemos venido. Empieza la toma de datos. Y esto es lo que cambiará absolutamente nuestra experiencia a bordo con cualquier otra actividad de avistamiento. Porque no hacemos avistamiento de ballenas, hacemos ciencia. Y eso conlleva un gran compromiso, una gran responsabilidad, una dosis extra de aventura incansable; conlleva tomar datos cuando no quieres tomar más datos, conlleva seguir navegando cuando todos los demás ya han desistido, conlleva “perseguir” a las ballenas, cuando todos los demás lo tienen completamente prohibido.
Durante los ocho días navegando por el Mar de Cortés en nuestro curso de Biología, Ecología y Conservación de Mamíferos Marinos, tendremos un sin fin de aventuras, anécdotas, avistamientos, momentos mágicos y soñados y habremos colaborado en la toma de datos y muestras fundamentales para proyectos de investigación de importancia internacional.
Debe ser muy excitante la aventura, sobretodo avistar y estar tan cerca de esos enormes animales.
Me encantaría unirme aunque solo sea virtual
He estado en el mar de cortés en 10 ocasiones, en algunos casos haciendo avistamiento de ballenas, de tiburón ballena, esnorqueleando en Cabo pulmo, Recorridos en velero.
Con Bio+ estuve en Kenia en el curso al cargo de Alex Torres.
Me gustaría estar con Bio+ en uno de los lugares que presenta los mejores avistamiento de cetaceos que he conocido.
Gracias
Wooo, yo conoci a Iñaki como mi instructor en mi primer viaje con Epi México, cuando tenía 18 años, fue de ecología de islas en Espíritu Santo y gracias a esa experiencia hoy soy Bióloga Marina.
Guau, Desireè, así por el nombre no te recuerdo, pero seguro que sí te recordaría si te viera, todavía conservo un montón de fotos de todos los grupos que hice. Me encantó la isla Espíritu Santo y guardo muy buenos recursos de las experiencia que tuve con ustedes. ¡Qué bueno que se decidió a hacer biología marina!
Si te apetece contarme más de a qué te dedicas, me puedes contactar a través de mi perfil en esta página web.
Un placer y una enorme ilusión ver qué estos programas funcionan para concienciar a la juventud.
Un abrazo.
Iñaki
Gracias por el relato de la vida en un barco científico. Me transportó a esos momentos y que se relataron. Felicidades.